Un ‘sí, quiero’ con acento lacianiego
Fuente: http://www.diariodeleon.es/noticias/provincia/un-si-quiero-con-acento-lacianiego_816816.html
Manuel y Laura celebraron sus Bodas de Oro rescatando las raíces de la tierra.
laura sutil | villablino 05/08/2013
Dar
el ‘sí, quiero’ cincuenta años después y hacerlo «para recuperar las
raíces de la tierra». Ésa es la esencia de la boda tsacianiega según
Manuel, el novio que ayer renovó sus votos matrimoniales en Villablino
siguiendo los patrones de otro tiempo. La celebración puso punto punto y
final al Mercáu Tsacianiegu organizado durante este fin de semana por
30 artesanos de la localidad.
Ante las miradas de los curiosos que acudieron a la iglesia de San Miguel, Manuel, de origen tsacianiegu pero vecino de Madrid, esperó impaciente a la novia. Unos minutos después llegó ella, montada en una calesa tirada por un caballo y acompañada por el padrino de esta renovación de votos a la vieja usanza.
Los cuatro protagonistas, novios y padrinos, iban ataviados con los trajes tsacianiegos que pasan de boda en boda. En el caso de la mujer se compone por una falda, el dengue y un manteo que Laura, la novia, se colocó en la cabeza antes de acceder al templo.
Tras la ceremonia, que incluyó unas palabras en patsuezu, variante del asturleonés propia del valle de Laciana, unas jóvenes cantaron a los novios antiguas canciones de boda. A continuación, ambos fueron montados en carro de caballos hacia La Casona que congregaba los puestos artesanos. Una vez allí, los novios fueron homenajeados por los artesanos y vecinos con una serie de bailes regionales acompañados por el pandeiru cuadráu. La nostalgia de otros tiempos resurgió en los paladares de los presentes con el sabor de la recha: pan con manteca, el que fuese plato de bodas típico de los enlaces en estos valles mineros.
En La Casona, rodeados de los puestos de artesanías y gastronomía propia de la zona, los novios celebraron su banquete de bodas. Una comida para 70 personas, elaborada por todo el gremio de artesanos de la comarca y compuesto por arroz con carne, chorizo y profiteroles.
Ante las miradas de los curiosos que acudieron a la iglesia de San Miguel, Manuel, de origen tsacianiegu pero vecino de Madrid, esperó impaciente a la novia. Unos minutos después llegó ella, montada en una calesa tirada por un caballo y acompañada por el padrino de esta renovación de votos a la vieja usanza.
Los cuatro protagonistas, novios y padrinos, iban ataviados con los trajes tsacianiegos que pasan de boda en boda. En el caso de la mujer se compone por una falda, el dengue y un manteo que Laura, la novia, se colocó en la cabeza antes de acceder al templo.
Tras la ceremonia, que incluyó unas palabras en patsuezu, variante del asturleonés propia del valle de Laciana, unas jóvenes cantaron a los novios antiguas canciones de boda. A continuación, ambos fueron montados en carro de caballos hacia La Casona que congregaba los puestos artesanos. Una vez allí, los novios fueron homenajeados por los artesanos y vecinos con una serie de bailes regionales acompañados por el pandeiru cuadráu. La nostalgia de otros tiempos resurgió en los paladares de los presentes con el sabor de la recha: pan con manteca, el que fuese plato de bodas típico de los enlaces en estos valles mineros.
En La Casona, rodeados de los puestos de artesanías y gastronomía propia de la zona, los novios celebraron su banquete de bodas. Una comida para 70 personas, elaborada por todo el gremio de artesanos de la comarca y compuesto por arroz con carne, chorizo y profiteroles.
www.museoalhajas.es
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