(Fuente: www.elnuevodia.com)
España
/ Por Rafael Vega Curry
El paisaje se transforma dramáticamente a medida que se
avanza de sur a norte. Las llanuras sembradas de cereales, que por
momentos parecen ser infinitas, dan paso a centenares de hayas,
castaños, robles y fresnos que forman millas de bosques en las laderas
de los montes que flanquean la carretera. La exuberancia sustituye a la
planicie.
Dos cosas, sin embargo, no cambian a lo largo del
trayecto, independientemente de dónde se detenga el viajero: la
sencilla elegancia de la gastronomía de la región y la calidez de sus
habitantes, que hace sentir al recién llegado como si fuese un miembro
más de la familia que retorna al seno del hogar.
Vamos en
autobús por la ruta de la Vía de la Plata, en la zona más occidental de
España, cercana a Portugal. Es un camino con miles de años a cuestas,
cuyos orígenes se remontan a senderos prehistóricos y a una calzada
romana que sobre ellos se estableció, extendiéndose desde Mérida,
capital de la antigua Lusitania (actual provincia de Badajoz) hasta los
campamentos de Astorga y León, al norte. Hoy solo quedan restos de la
calzada, pero las miles de millas de extensión que marcaba siguen
vertebrando un importante itinerario comercial, cultural y turístico que
conecta Andalucía, Extremadura, Castilla-León y el Principado de
Asturias. Un itinerario que, por cierto, no tiene nada que ver con el
brillante metal que le da su nombre; los historiadores coinciden en que
se deriva de “BaLaTa”, un vocablo árabe que podría traducirse como
“camino enlosado”.
Emprender el recorrido de la porción superior
de esta histórica vía -desde Zamora hasta Gijón, pasando por La
Bañeza, León, La Pola de Gordón, Geras, Gijón, Bueño y Aller- es
descubrir una España distinta. Una España definida por sus campos, sus
pueblos pequeños de corazón inmenso, sus variadísimos paisajes, sus
vinos con carácter y sus platos apegados al terruño. Diferente y, a
la vez, cercana, por las tradiciones culturales que unen a peninsulares y
puertorriqueños.
Hay mucho por descubrir en este viaje desde las llanuras
castellanas hasta la montaña asturiana, remontando la Cordillera
Cantábrica. Paisajes que se van, a medida que el autobús sigue su
camino, pero que se quedan arraigados en el espíritu.
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